Palabras de científicos
Examinando cómo algunas de las mentes más brillantes han percibido la relación entre los descubrimientos científicos y la idea de Dios.
Recordamos algunas de sus palabras más impactantes en relación a su visión del mundo, la creación, la ciencia, Dios y el ser humano.
Los Ganadores de premios Nobel en su gran mayoría son cristianos
Según el libro 100 Years of Nobel Prizes (“100 años de Premios Nobel”, 2005), de Baruch Aba Shalev, que consiste en una exposición sobre los Premios Nobel concedidos entre 1901 y 2000, el 65,4 % de los premiados habían dicho que el cristianismo, en sus diversas formas, era su opción religiosa (423 galardonados). En general, los cristianos han obtenido un total del 78,3 % de todos los Premios Nobel de la Paz, el 72,5 % de los de Química, el 65,3 % de Física, el 62 % de Medicina, el 54 % de Economía y el 49,5 % de Literatura.
Isaac Newton:
"Este bellísimo sistema [el universo] compuesto por el sol, los planetas y los cometas, no pudo haber sido creado sino por el consejo y dominio de un ser inteligente y poderoso."
Esta frase refleja la profunda creencia de Newton en un creador divino que está detrás de las leyes del universo, destacando su visión de que la ciencia y la fe no solo pueden coexistir, sino que también se complementan.
"Lo que sabemos es una gota; lo que ignoramos es un océano."
Isaac Newton, nacido el 25 de diciembre de 1642 en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra, es uno de los científicos más influyentes de todos los tiempos. Su formulación de las leyes del movimiento y la ley universal de gravitación no solo revolucionaron la manera de entender el universo físico, sino que también establecieron las bases para la física clásica, impulsando un cambio fundamental en el enfoque científico conocido como la Revolución Científica.
Newton demostró que el universo está regido por leyes naturales universales aplicables tanto en la Tierra como en los cielos, desafiando la perspectiva aristotélica que dominaba la ciencia desde la antigüedad, la cual se basaba en la observación cualitativa más que en el análisis cuantitativo y experimental. Su obra maestra, Principia Mathematica (1687), no solo proporcionó el marco matemático para explicar el movimiento de los cuerpos en el espacio sino que también inspiró a generaciones futuras de científicos a buscar explicaciones racionales para los fenómenos naturales.
Además de sus contribuciones a la ciencia, Isaac Newton era profundamente religioso y veía sus descubrimientos como una manera de revelar la majestuosidad de la creación divina. A pesar de vivir en una época donde la Iglesia Católica ejercía una influencia significativa en la sociedad y la ciencia, Newton, un protestante, creía firmemente que el estudio de la naturaleza era una forma de adorar a Dios y entender su obra.
Este enfoque marcó un desafío no solo a la visión científica predominante de su tiempo, basada en la filosofía aristotélica y ptolemaica, sino también a la interpretación religiosa del mundo que mantenía la Iglesia. Su insistencia en el uso de la experimentación y la matemática para explicar los fenómenos naturales promovió una visión más racional y empírica del universo, abriendo camino para el avance de la ciencia moderna y redefiniendo la relación entre la fe y la razón en el estudio de la naturaleza.
Galileo Galilei:
"La matemática es el lenguaje con el que Dios ha escrito el universo."
Galileo Galilei, nacido el 15 de febrero de 1564 en Pisa, Italia, es una figura trascendental en la transición hacia la ciencia moderna gracias a sus contribuciones pioneras en astronomía, física y metodología científica. Con su telescopio mejorado, Galileo hizo descubrimientos astronómicos revolucionarios, incluyendo las lunas de Júpiter, las fases de Venus y las manchas solares, que proporcionaron evidencia sustancial contra el modelo geocéntrico aristotélico y ptolemaico del universo, defendido por la Iglesia Católica. Estos hallazgos no solo ampliaron el conocimiento humano sobre el cosmos, sino que también impulsaron el desarrollo del método científico basado en la observación y la experimentación. Su defensa del heliocentrismo, propuesto por Copérnico, desafió las concepciones prevalecientes del cosmos y aceleró el abandono de las explicaciones científicas arraigadas en la filosofía en favor de una aproximación empírica y matemática a la naturaleza.
Pese a su enfrentamiento con la Iglesia Católica, que culminó en su condena durante el juicio de 1633, Galileo permaneció devoto a su fe católica a lo largo de su vida. Veía la ciencia y la religión no como enemigos, sino como dos maneras complementarias de comprender el mundo.
Su conflicto con la Iglesia no derivaba de un rechazo a la religión, sino de su firme creencia en que la interpretación de las Escrituras no debería contradecir las evidencias empíricas y observables del universo. Este enfoque fue fundamental para el desarrollo posterior de la ciencia, ya que Galileo insistió en que el libro de la naturaleza estaba escrito en el lenguaje de las matemáticas, una visión que guió la búsqueda de leyes universales y demostró que el universo es un sistema ordenado y comprensible.
Albert Einstein:
Albert Einstein, nacido el 14 de marzo de 1879 en Ulm, Alemania, fue un físico teórico cuya teoría de la relatividad general revolucionó nuestra comprensión del espacio, el tiempo y la gravedad. Sus trabajos sobre el efecto fotoeléctrico, por el cual recibió el Premio Nobel de Física en 1921, también jugaron un papel crucial en el establecimiento de la teoría cuántica. Conocido tanto por su genialidad científica como por su compromiso con la paz y los derechos civiles, Einstein se convirtió en uno de los científicos más influyentes y emblemáticos del siglo XX.
"La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega."
Esta cita destaca la perspectiva de Einstein de que ciencia y religión, lejos de ser mutuamente excluyentes, son complementarias y necesitan una de la otra para una comprensión completa de la realidad y la existencia humana. Einstein veía la ciencia como el medio para descubrir y entender las leyes del universo, mientras que la religión aborda las cuestiones de propósito, ética y valores. Para él, una sin la otra resulta en una comprensión incompleta: la ciencia necesita de la dimensión ética y metafísica que la religión proporciona, mientras que la religión debe estar informada por el conocimiento y la comprensión del mundo que ofrece la ciencia.
"Dios no juega a los dados con el universo."
Esta frase resume su posición sobre la determinación y el orden en las leyes del universo, especialmente en el contexto del debate sobre la mecánica cuántica, donde se contraponía a la idea de la aleatoriedad inherente en las teorías cuánticas. Einstein utilizaba la noción de Dios de manera metafórica para expresar su creencia en un universo ordenado y regido por leyes precisas y predecibles, no sujetas al azar.
"Un científico es una persona modesta y consciente que se encuentra ante el gran espectáculo del universo, y quiere entender un poco más cada día. No estudia las cosas porque sean útiles; las estudia porque le placen, y le placen porque son hermosas."
Einstein aquí enfatiza la curiosidad, la humildad y la estética como las verdaderas motivaciones del científico. Contrario a la imagen del científico como alguien únicamente motivado por la utilidad práctica o el avance tecnológico, Einstein sugiere que la verdadera ciencia se alimenta de una profunda apreciación por la belleza del universo y un deseo inagotable de comprensión. Esto refleja la idea de que la ciencia, en su esencia, es una búsqueda impulsada por el asombro y la admiración ante la complejidad y la elegancia del mundo natural.
"La verdadera ciencia es algo infantil comparada con la realidad".
Como se mencionó anteriormente, esta cita sugiere la humildad ante la vastedad y complejidad del universo. Einstein reconoce que, por más que avance la ciencia, siempre estará limitada y será simplista en comparación con la plenitud de la realidad. Esta perspectiva no desvaloriza los esfuerzos científicos, sino que recalca la infinitud del conocimiento y la constante necesidad de exploración y aprendizaje. La palabra "infantil" aquí puede interpretarse como una invitación a mantener una curiosidad y maravilla constantes, similares a las de un niño, en la búsqueda del entendimiento científico.
En conjunto, estas citas reflejan el profundo respeto de Einstein por la ciencia y la religión, su creencia en la importancia de la curiosidad y la maravilla, y su humildad ante la magnitud del universo y nuestro intento por comprenderlo.
Christian B. Anfinsen:
"Para ser ateo, hace falta ser idiota"
Premio Nobel de Química del año 1972
Christian B. Anfinsen fue un bioquímico estadounidense célebre por sus trabajos sobre la estructura y la función de las proteínas. Nacido en 1916, Anfinsen realizó contribuciones fundamentales a la comprensión de cómo la secuencia de aminoácidos de una proteína determina su estructura tridimensional. Sus investigaciones le valieron el Premio Nobel de Química en 1972, compartido con Stanford Moore y William H. Stein, por su trabajo sobre la ribonucleasa, especialmente en relación con la conexión entre la secuencia de aminoácidos y la actividad biológicamente activa.
En cuanto a sus creencias personales, Christian B. Anfinsen experimentó un cambio significativo a lo largo de su vida. Aunque inicialmente se identificaba como ateo, más tarde en su vida, Anfinsen se convirtió al judaísmo ortodoxo. Esta transformación espiritual es notable, ya que refleja un cambio profundo en sus creencias y perspectivas personales.
Anfinsen expresó que la complejidad de la naturaleza y los misterios aún no resueltos de la ciencia lo llevaron a reconsiderar sus puntos de vista sobre la fe y la existencia de Dios. En varias entrevistas y escritos, sugirió que su estudio de las proteínas y su entendimiento de la bioquímica lo llevaron a la conclusión de que la complejidad y el orden observados en el mundo natural no podían ser el resultado de procesos aleatorios solamente.
Anfinsen es un ejemplo de cómo científicos de renombre pueden experimentar cambios significativos en sus creencias personales y cómo estas pueden influir o reflejar su interpretación del mundo natural y su trabajo. Aunque inicialmente ateo, su camino hacia el judaísmo ortodoxo ilustra una búsqueda personal de significado más allá de la ciencia, lo cual es un aspecto fascinante de su biografía tanto personal como profesional.
Robert Andrews Millikan:
"No conozco a ninguna persona inteligente que no crea en Dios"
Premio Nobel de Física del año 1923
Robert Andrews Millikan fue un físico estadounidense nacido el 22 de marzo de 1868 y fallecido el 19 de diciembre de 1953. Es mejor conocido por su trabajo en la medición de la carga eléctrica del electrón, un experimento fundamental que realizó entre 1909 y 1910, conocido como el experimento de la gota de aceite. Por este trabajo, Millikan fue galardonado con el Premio Nobel de Física en 1923. Además de sus investigaciones científicas, Millikan desempeñó un papel importante en el desarrollo de la física en los Estados Unidos, y fue un defensor de la ciencia en la educación.
En cuanto a sus creencias personales sobre la fe y la existencia de Dios, Robert A. Millikan era conocido por sus puntos de vista que reconciliaban la ciencia y la religión. Contrario a la perspectiva de algunos de sus contemporáneos, que veían la ciencia y la religión en conflicto, Millikan argumentaba que ambas podían coexistir armoniosamente. Él creía en un universo ordenado y en la importancia de la moral y los valores espirituales, lo cual reflejaba su perspectiva de que la ciencia y la fe en Dios no eran incompatibles.
Millikan expresó su creencia en la compatibilidad de la ciencia y la religión en varias ocasiones, argumentando que los descubrimientos científicos, lejos de socavar la fe en Dios, en realidad podrían reforzar la creencia en un creador. Para Millikan, la complejidad y la belleza del universo evidenciaban un diseño inteligente, lo que le llevó a sostener que la ciencia proporcionaba una forma de entender mejor la obra de Dios.
A través de sus escritos y discursos públicos, Millikan defendió la idea de que la búsqueda de conocimiento a través de la ciencia era una forma de apreciar y entender la creación divina. Su visión refleja una postura filosófica que ha sido compartida por varios científicos a lo largo de la historia, que ven en el estudio del mundo natural una manera de acercarse a las preguntas fundamentales sobre el propósito y el significado de la existencia humana.
Arthur Holly Compton:
"Los descubrimientos de la ciencia en los últimos años han sido tan reveladores que es extraño el científico con una posición atea"
Premio Nobel de Física del año 1927
Arthur Holly Compton fue un físico estadounidense nacido el 10 de septiembre de 1892, conocido principalmente por su descubrimiento del efecto Compton, una demostración de la naturaleza corpuscular de la radiación electromagnética. Este descubrimiento fue crucial para el desarrollo de la mecánica cuántica y le valió el Premio Nobel de Física en 1927. Compton también jugó un papel importante en el desarrollo de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial como parte del Proyecto Manhattan.
Además de sus contribuciones científicas, Arthur Compton era conocido por sus reflexiones sobre la relación entre la ciencia y la fe. A diferencia de algunos científicos de su época, Compton no veía un conflicto inherente entre la ciencia y la creencia en Dios. De hecho, argumentaba que la ciencia y la religión son complementarias y se enfocan en diferentes aspectos de la experiencia humana. Compton creía que la ciencia se ocupa de entender cómo funciona el universo, mientras que la religión se ocupa de encontrar un propósito y significado en la existencia.
Compton expresó que la maravilla y la complejidad del universo, tal como se revela a través del estudio científico, pueden inspirar una sensación de asombro que es compatible con la creencia en una inteligencia o principio organizador superior. Argumentaba que el orden y la inteligibilidad del universo sugerían la posibilidad de un propósito divino detrás de la existencia.
En varias ocasiones, Compton habló sobre cómo sus investigaciones científicas influenciaron su fe personal y cómo veía la ciencia como una forma de explorar el mundo que Dios había creado. Él veía la búsqueda de conocimiento científico no solo como una forma de entender el universo, sino también como una forma de apreciar la magnificencia de la obra de Dios.
En resumen, Arthur Holly Compton es recordado no solo por sus contribuciones fundamentales a la física, sino también por su perspectiva reflexiva sobre cómo la ciencia y la fe pueden coexistir y enriquecerse mutuamente. Su enfoque era uno de reconciliación y respeto mutuo entre estos dos campos, a menudo vistos en conflicto.